Tumores hepáticos

El tumor hepático primario más frecuente es el hepatocarcinoma, un tumor relacionado con las hepatitis víricas crónicas por virus B y C, el alcohol y las toxinas hepáticas; su incidencia en nuestro país oscila entre 5-10 casos por 100.000 habitantes y año, y habitualmente se diagnostica mediante técnicas analíticas o medios de imagen en el seguimiento de pacientes controlados tras el diagnóstico previo de hepatopatía crónica, en pacientes habitualmente asintomáticos.

Con una incidencia mucho menor, el colangiocarcinoma (tumor originado en las estructuras biliares) es el segundo tumor hepático primario característico. Dado su origen biliar, puede asentar en los conductos biliares intrahepáticos  o, con mucho más frecuencia (75-80% de los casos) en los conductos biliares extrahepáticos. En tanto los tumores extrahepáticos no suelen producir síntomas hasta etapas muy avanzadas de su desarrollo, los síntomas característicos de los extrahepáticos se deben a la interferencia de la eliminación de bilis, siendo la icetricia el síntoma cardinal.

Las metástasis hepáticas son extraordinariamente frecuentes en las etapas avanzadas de todo tipo de cáncer y, sobre todo, de los tumores de origen digestivo y abdominal, aunque su incidencia entre los principales  tumores extraabdominales (pulmón, mama, cabeza y cuello, etc) es, también, muy elevada. Se estima que 30-70% de los tumores presentarán metástasis hepáticas en su fases avanzadas. Habitualmente se detectan en el estudio y seguimiento de pacientes tratados de diversos tumores, aunque desgraciadamente no es raro que estén presentes en el momento del diagnóstico inicial del tumor (por ejemplo, en 10-20% de los casos de cáncer de colon), o que sean la primera manifestación de un tumor.

Tanto en el caso de los tumores hepáticos primarios como en el de las metástasis hepáticas, la cirugía constituye la técnica terapéutica de elección, proporcionando resultados significativos de supervivencia a largo plazo y de curación definitiva. Los criterios de selección para el tratamiento quirúrgico de los distintos tipos tumorales están, hoy en día, perfectamente establecidos, y la cirugía de resección hepática ha evolucionado a unos excelentes resultados, tanto respecto a tasas de morbi-mortalidad operatoria, como de supervivencia global y a largo plazo.

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